Gracias a las reducidas dimensiones del terreno de juego y al número de jugadores es un deporte en el que en todo momento estás en contacto con la pelota. Si bien existen puestos específicos, no tienen un carácter tan marcado como en Baloncesto o Balonmano, y todos los jugadores deben saber adaptarse a todas las posiciones debido a la dinámica propia del juego, enriqueciéndolo enormemente.
El juego se desarrolla casi en su totalidad a dos toques, y en él la pisada con la suela es marca de la casa.
Si no defiendes estás muerto, no juegas. El que es capaz de sufrir en defensa (o cuando no tienes el balón, mejor dicho), trabajar con el centro de gravedad bajo y al recuperar el balón tener la frescura de ser práctico y efectivo, suele ganar.
Ganar un metro con respecto al adversario puede resultar decisivo, y en la lucha de ese pequeño espacio nos encontramos con una competición de alta intensidad.
Es un juego de 5 contra 5 donde la figura del portero es fundamental. Pero a veces, marcar gol o finalizar no es siempre la mejor opción.
El fútbol sala es un deporte espectacular, es lo más parecido al fútbol callejero que conocíamos antes.
Es un juego de transiciones. El ataque y la defensa como tal casi no existen. La frecuencia de la alternancia entre el rol ofensivo y el defensivo es altísima, favorecida a su vez por la posibilidad de realizar cambios ilimitados de jugadores durante un partido. Por este motivo, la figura del entrenador también cobra especial importancia, como en la mayoría de los deportes de cancha pequeña.
Ritmo de juego y orden dentro del desorden. El que es capaz de manejar esto tiene muchas opciones de llegar al éxito.
El buen jugador de fútbol sala se caracteriza por ser capaz de improvisar ante situaciones inesperadas.
Anticipación. Visión periférica. Sincronización. Dualidades. Estrategia. Timing. Toma de decisiones. Automatismos tácticos. Finalización. Número de acciones por unidad de tiempo. Uno contra uno.
El fútbol sala es un deporte espectacular.