Hacer bien lo fácil

Hacer bien lo fácil

Se juega para ganar pero sentimos una atracción casi inevitable por lo extraordinario.

Nos atraen las acciones inesperadas, las soluciones novedosas, las jugadas brillantes.

Es evidente que para todo el mundo lo primero es el resultado, aunque no esperamos

ganar de cualquier forma. Soñamos con ganar deslumbrando, sorprendiendo, demostrando un ingenio y una forma de hacer fuera de lo común.

Las ilusiones son el motor de la acción. La capacidad de soñar es lo que nos pone en

marcha. Por eso los chicos que empiezan en un deporte ponen la vista en los jugadores

espectaculares. Progresar supone, para ellos, parecerse un poco a sus ídolos, imitar todo

aquello que les hace atractivos y diferentes.

 

Voy a hacer una confesión íntima: yo también soy un soñador. Si no fuera así tengo la certeza de que me hubiera apartado del fútbol sala hace muchos años, pero el fútbol sala sigue alimentando mis sueños y mis esperanzas. Eso hace que no tenga mucha dificultad para entender a los jóvenes que se inician en esto. De hecho, en cualquier partido de cualquier nivel que elijamos podemos constatar esto que digo: Los jugadores no se limitan a tratar de ganar, buscan con ahínco demostrar su “clase” intentando acciones que dejen a todos – rivales, espectadores y compañeros – con la boca abierta.

Como ser genial no es una cosa muy común, lo normal es que eso que ellos sueñan como algo ingenioso y extraordinario no pase de ser una burda imitación, muchas veces hecha a destiempo y fuera de contexto, de algo que vieron hacer a uno de sus ídolos. Así vemos transcurrir partidos del nivel más bajo entre “bicicletas”, “caños”, “croquetas” y pases sin mirar, a la vez que se pierden balones, se fallan chutes cantados y se defiende, en el mejor de los casos, de forma testimonial.

No seré yo el que me oponga a los sueños de la gente, si les quitamos esto les quitamos todo. Es más, creo que en lugar de coartarla, la fantasía de los jugadores debe ser alimentada… aunque dándoles paralelamente la base necesaria para poder

cumplir sus sueños.

La esencia del juego es la sorpresa, todo lo que se programa se puede contraprogramar, lo que nos vence es aquello que no podemos contrarrestar porque supera nuestras expectativas. No digo con esto que un equipo no deba tener sus planes y estar ordenado – el caos tampoco es muy productivo – pero el orden sin sorpresa es muy fácil de neutralizar. Ahí entra en juego la mayor o menor capacidad del jugador para actuar adaptándose al entorno y responder con propuestas inesperadas que sitúan a todos en un escenario diferente.

Admiramos a los jugadores capaces de improvisar. Aunque matizaré esta apreciación: nos gustan los jugadores que improvisan eficazmente. Las improvisaciones ineficaces

– que también las hay – nos sacan de nuestras casillas. Y no nos conformamos con esto, además queremos que sean capaces de actuar con rapidez, la parsimonia es enemiga de

la sorpresa.

¿Se pueden trabajar estas habilidades?

¿Es posible conseguir, con trabajo, jugadores así?

Mi respuesta es contundente: si, sin duda ninguna.  Para empezar hay que meditar sobre tres palabras clave que acabamos de subrayar:

    • Improvisación.
    • Eficacia.
    • Rapidez.

 

IMPROVISAR EN EL JUEGO

¿Os gusta el jazz?

A mí sí. Una de las características de este tipo de música es la improvisación. Me quedo extasiado con la capacidad de inventar sobre la marcha que tienen muchos intérpretes. Cómo, por arte de magia, aparecen escalas y armonías que son capaces de trasladarte a otro mundo y alterar tu estado emocional. Ahí, en el instante, a toda velocidad. Lo que oíste en la sesión de hoy fue único, se hizo en ese momento y el próximo día será igualmente bello pero diferente, porque los músicos crean en función del momento y cada momento es singular… De pronto el clarinetista toma la voz cantante y empieza a desarrollar un tema, lo adorna con escalas vertiginosas que aparecen en el momento y evocan miles de sensaciones ¿Cómo lo hará? ¿Cómo es capaz de inventarse todo eso sobre la marcha y a toda velocidad, y que además sea bello y emotivo?… Será un don que Dios le dio.

Dejo de pensar en el clarinetista y me acuerdo de que con él había otros 4 músicos: un pianista, un batería un contrabajo y un guitarrista ¡Todos le siguieron y nadie falló ni dudó lo más mínimo! ¿Cómo fueron capaces de acoplarse?

Al fin y al cabo, el clarinetista era dueño de la situación, hacía lo que quería, pero los demás: ¿Cómo adivinaron sus intenciones?. ¿Se puede improvisar en conjunto sin irse cada uno por su lado, formando un todo coherente? Vemos que los músicos lo hacen. Pero no solo los músicos, también bailando o haciendo teatro o en otras miles de actividades se puede improvisar eficazmente y en grupo, y subrayo lo de “eficazmente”

porque es evidente que improvisar “desastrosamente” lo puede hacer cualquiera.

¿Lo podríamos hacer también en los deportes colectivos? Claro que sí. De hecho lo hacen los buenos equipos. En cualquier actividad todas las personas están preparadas para actuar improvisando eficazmente si han sido educadas de la forma adecuada.

¡Tú estás preparado para improvisar! O si no, mira cualquiera de las dos figuras y comprobarás que tu cerebro es capaz de leer algo coherente, de forma improvisada y casi inconsciente, sin necesidad de reflexionar.

No lo podrías hacer en un idioma que no dominases perfectamente y tampoco lo podría hacer, en español, un niño o un adulto, en sus primeras etapas de formación en la lectura. Pero tu cerebro ya pasó de esas etapas y ahora es capaz de dar sentido a la lectura… ¡por encima de lo que en realidad esté escrito! Es más, es capaz de poner de forma automática tus ideas y emociones sobre el papel, al escribir, sin necesidad de reflexionar sobre la construcción de las frases o la estructura de las palabras o las sílabas.

Hay que aclarar desde el principio que nadie, ni los músicos, ni los bailarines ni los actores, ni tú al leer o escribir… ni los jugadores, puede improvisar sacando las cosas de la nada. Son capaces de improvisar porque tienen muchos elementos en sus manos y en ellos se basan para crear sobre la marcha cosas complejas y originales – músicas, pasos de baile, escenas, poesías, escritos de cualquier naturaleza o jugadas – Y son capaces de improvisar en grupo, sin irse cada uno por su lado, porque tienen además claves comunes que les permiten intuir por donde se evolucionará en el futuro.

Los músicos de jazz tienen un gran dominio del ritmo, de las armonías de las escalas… Y no solo a nivel teórico, no es suficiente, se trata de hacer, no solo de conocer. Más allá de esto, se trata de hacer en conjunto, y eso requiere una habilidad práctica que solo se consigue con un duro aprendizaje y horas y horas de ejercitación consciente, hasta que las cosas salen de forma natural, sin necesidad de pensar mucho en ellas y sin errores.

Decía al principio que nos fijamos en las cosas extraordinarias que hacen los grandes jugadores. En lo que no nos fijamos tanto es que los grandes jugadores hacen muy bien lo “fácil”, que casi nunca fallan las ocasiones propicias. La diferencia entre un equipo de gran nivel y uno mediocre reside mucho más en este aspecto – la seguridad en la resolución de lo fácil – que en el balance de acciones extraordinarias y espectaculares realizadas durante el juego. Para ser bueno primero hay que ser fiable, y la fiabilidad está basada en la confianza de que no se tendrán muchos errores. Para poder llegar a un juego con sorpresas, con respuestas improvisadas, eficaces y rápidas, primero hay que “dominar el oficio”

Igual que los músicos de jazz invierten horas en repetir ritmos, escalas y armonías hasta ser capaces de repentizarlas de forma creativa y adaptándose a los compañeros, casi inconsciente y sin fallos, centrándose solo en plasmar las sensaciones y emociones que en ese momento les brotan, en la formación de los jugadores debemos invertir tiempo en el dominio de los elementos del juego hasta que son capaces de hacerlos aparecer de forma eficaz, y también casi inconsciente, concentrándose más en los objetivos externos de la lucha contra los adversarios y la colaboración con los compañeros que en el control de la propia acción.

Cuando alguien juega buscando en su interior pasa de ser actor a ser espectador reflexivo y crítico de su propio juego y las posibles soluciones aparecen de forma muy limitada y lenta. No quiero en este blog centrarme en los mecanismos de toma de decisiones ni en la utilización prioritaria de la “inteligencia intuitiva” sobre la “inteligencia reflexiva”.

En este blog daré unas pinceladas del ataque posicional y voy a obviar los aspectos individuales – chutes, desmarques, fintas… – aunque sean muy importantes.

Concretamente me voy a centrar en el trabajo que pienso que se debe hacer en las etapas cadete y juvenil – de los 14 a los 18 años – con los jugadores en fase de formación, para que mejoren su capacidad de integrarse en un grupo que ataca con orden, pero con capacidad de Improvisación Colectiva, Rápida y Eficaz. Es el momento de ganar fiabilidad, de trabajar duro para adquirir una base técnico/táctica práctica en la que apoyarse para poder desarrollar un juego creativo y con pocos errores. Es el periodo de “aprender el oficio”

1. LA “FIABILIDAD”: HACER BIEN LO FÁCIL COMO BASE DE LA PROGRESIÓN

No puedo centrarme y sentirme satisfecho en un concierto donde continuamente, o aunque solo sea de vez en cuando, un instrumentista u otro falla a la hora de ejecutar su parte, o lo hace de forma dubitativa y sin expresión – intención – de ningún tipo. Por educación lo aguantas, y tras unos aplausos rutinarios te marchas frustrado a tu casa. Vas en busca del arte, pero lo menos que exiges es la ejecución correcta y sin fallos de lo que allí se interprete. Igualmente no aguanto los partidos de futbolsala donde de forma continua se falla lo evidente, por más que de vez en cuando me regalen los sentidos con una acción genial. La sensación que me queda después de un partido siempre está marcada mucho más por la impresión global que por los posibles “pequeños buenos

detalles”. Por eso creo firmemente que el primer objetivo en la formación debe ser el de

disminuir el número de errores.

El primer paso para ser bueno es el ser fiable, el jugador que es capaz de hacer grandes cosas pero a la vez tiene muchos fallos es, en el mejor de los casos, un jugador mediocre.

La preparación para el alto rendimiento tiene un objetivo inexcusable: hacer casi siempre bien lo fácil. Si me quedara aquí, solo me quedaría en una declaración de intenciones. Para que este blog sea útil debo mojarme y exponer qué son esas cosas que, según mi criterio, los jugadores que están en proceso de aprendizaje deben practicar hasta llegar al dominio “sin fallos” del juego colectivo de ataque. Paso a enumerarlas y a hablar de ellas.

1.1. La fijación y el pase: la argamasa con la que se construye el juego colectivo.

Fijar y pasar es el ABC del juego de ataque; si no se maneja esto con precisión y velocidad, siendo capaz de hacer desplazarse a los defensores, creando espacios

o ventajas numéricas de atacantes en una zona eficaz (o ambas cosas a la vez), evitando

recibir faltas o pérdidas del balón que rompen la continuidad y gestionando el movimiento de balón de forma inteligente, es imposible desarrollar un juego colectivo coherente. –

De forma sintética quiero exponer los siguientes conceptos:

    • El juego ofensivo es mucho más que una suma de varios “1×1” sucesivos. Esto se logra a través de dos elementos: los pases, que nos comunican con otros atacantes, y las fijaciones, que nos relacionan con los oponentes.
    • La utilización inteligente de las fijaciones “par” e “impar” nos permite básicamenteampliar el espacio eficaz libre para que lo aproveche algún compañero o liberarle del marcaje de su oponente directo.
    • Más allá de los aspectos “matemáticos” de las fijaciones – qué espacio eficaz se habilita, cuántos jugadores liberamos de marcaje – están los aspectos intencionales. Atraer la atención o desviar la atención permite a los jugadores influir incluso en zonas distantes y en oponentes no directos.
    • La técnica es imprescindible porque, más allá de la necesaria velocidad y precisión, es lo que nos permite siempre aparecer ante los defensores como potencialmente peligrosos sin necesidad de centrar la atención en la propia actuación y sin esfuerzos suplementarios. En este sentido el hábito de realizar desplazamientos con orientación final hacia la portería, la utilización prioritaria de pases fundamentales y el jugar con la vista puesta preferentemente en la portería, debe ser motivo de entrenamiento continuo  hasta llegar al dominio.
    • No es suficiente con desarrollar la capacidad de fijar, es preciso poder hacerlo “con pocos pasos, con pocos gestos, empleando poco tiempo”. Se trata de no dejar pensar a los defensores.
    • Las defensas se rompen también con la utilización inteligente del pase. Hay dos caminos para conseguir esto:  Conseguir pasar balones en las zonas presuntamente más protegidas de un sistema defensivo, lograr convertir en inminentemente peligroso al jugador en que un instante antes nadie pensaba, puede romper una defensa con la simple acción de pasar el balón a un compañero, este es el primer camino.  El segundo consiste en gestionar la continuidad del juego a través del pase de forma intencional hasta degradar las posibilidades colectivas de la defensa.

 

1.2. La aplicación más directa: ser eficaz en las situaciones permanentes o circunstanciales de ventaja numérica ofensiva. Partimos de una situación equilibrada

entre atacantes y defensores y trabajamos en ataque para tratar de romper ese equilibrio. Por alguna razón, tal vez nuestro juego o acaso un fallo de los defensores, se

rompió el equilibrio y aparece circunstancialmente, en una zona eficaz, una ventaja

numérica de los atacantes (2×1, 3×2, 4×3, 4×2,… ) ¿Tenemos la certeza de que con gran frecuencia este tipo de situaciones serán resueltas favorablemente por nuestro

equipo? Si analizamos los videos comprobaremos hasta que punto somos eficaces en

este tipo de situaciones. En muchas ocasiones, si somos sinceros con nosotros mismos, deberemos admitir que el porcentaje de situaciones de ventaja numérica saldadas con gol a favor es realmente preocupante.

Debemos preguntarnos ¿Merece la pena seguir invirtiendo mucho tiempo de trabajo en

procedimientos para desequilibrar a favor el juego, si no tenemos la certeza de que esa ventaja que obtenemos va a ser rentable en la mayoría de las veces? Ya sabéis cual va a ser mi respuesta: es preciso invertir sistemáticamente bastante tiempo en la resolución eficaz de las situaciones de ventaja numérica. Y no solo en equipos de formación, también en los equipos de alto nivel las situaciones de ventaja numérica deben formar

parte del entrenamiento habitual como rutina y puesta a punto del juego colectivo.

¿Cómo se rentabilizan estas situaciones?: Pues básicamente a través de la gestión adecuada de fijaciones y pases. Atrayendo defensores hasta conseguir liberar a algún atacante. Pero también ampliando el espacio eficaz útil para la finalización.

1.2.1. Una idea para el entrenamiento: Superioridades numéricas “Flash”

Un error muy común: Las ventajas numéricas aparecen de forma sorpresiva en el juego, sin embargo se entrenan de una forma muy previsible. Mi idea es que en el entrenamiento de las superioridades numéricas se deben emplear ejercicios que por su estructura hagan aparecer superioridades numéricas ofensivas, pero donde ni los defensores ni los atacantes puedan controlar totalmente donde y cuando aparecerán. Es decir que se produzcan como un fogonazo no totalmente previsible y que su duración sea también reducida temporalmente. En mi lenguaje particular las llamo “Superioridades Flash” para dar una idea de lo que se pretende.

1.2.2. Aumentar el espacio y el tiempo para resolver

Es evidente que ante cualquier tipo de superioridad numérica (5×4, 4×2, 2×1…) lo primero que se busca es ir fijando a los defensores para reducir lo más posible la

situación, si es posible dejarla en un jugador contra el portero, mejor. Pero a veces olvidamos dos aspectos esenciales: Además de reducir la situación debemos aumentar el espacio eficaz libre de marcaje y aumentar el tiempo útil para la resolución final.

En las actuaciones habituales de los jugadores no expertos podemos apreciar estos dos defectos:

    1. Se consigue fijar a los defensores y liberar a algún atacante pero a costa de utilizar trayectorias muy largas y a veces en sentido equivocado, de forma que un atacante queda finalmente libre pero con muy poco espacio eficaz de maniobra o con muy poco ángulo de chut.
    1. Es fácil hablar de fijar, pero también está claro que no siempre se fija a los defensores con la misma intensidad. Los defensores no siempre se vuelcan en la defensa, en función de la intensidad y de la credibilidad de la acción del atacante, su actuación es más “flotante” o más centrada en el atacante con balón. Si la fijación no es buena, el defensor tiene mucho más tiempo para amortizar la desventaja. Este es el otro caballo de batalla “Conseguir buenas fijaciones para aumentar el tiempo útil en la finalización de los compañeros”. Esto está muy relacionado con la técnica de los atacantes.

 

2. UN PASO MÁS: TENER RECURSOS PARA CREAR SITUACIONES FAVORABLES EN ATAQUE

Resolver con solvencia lo “fácil” es una condición necesaria pero no suficiente para llegar a ser un gran jugador. Un buen atacante, más allá de los recursos individuales que tenga, debe contar con recursos colectivos para desequilibrar las defensas rivales. Según mi punto de vista en las edades cadete y juvenil se deben trabajar sistemáticamente los siguientes recursos.

2. 1. Ampliaciones sorpresivas de espacio

El juego de ataque no busca solamente situaciones de ventaja numérica, hay situaciones simples de 1×1 o 2×2 que con mucho espacio eficaz de maniobra son muy ventajosas para los atacantes. Si además se tiene la habilidad de hacerlas aparecer de forma sorpresiva en el juego pueden ser muy rentables de cara al resultado final.

Debemos entrenar “Ampliaciones sorpresivas de espacio”. Si no hay sorpresa se

pierde casi toda la ventaja. Podríamos decir que en el aprendizaje de este recurso hay tres puntos claves.

    • Aprender a fijar ampliando el espacio del compañero.
    • Aprender a aprovechar las ampliaciones empleando muy poco tiempo, muy pocos pasos, muy pocos gestos.
    • Aprender a hacerlas aparecer de forma sorpresiva (cuando no lo esperan los defensores).

2.2. Algunos procedimientos tácticos para obtener superioridades numéricas ofensivas

Hablábamos antes de aprovechar las situaciones de superioridad numérica que aparecen en el juego. Hay que pensar que estas situaciones no aparecen porque sí. Es verdad que algunas veces aparecen por errores defensivos sin que la intención de los atacantes haya influido en su aparición, pero el juego ofensivo debe procurar provocar desequilibrios en la defensa y no confiar en que los defensores errarán sin ningún motivo. En muchas ocasiones las ventajas se ganan a partir de una acción individual

– una finta, un desmarque… – que luego se rentabilizan colectivamente mediante fijaciones impares. Pero también se pueden ganar mediante la utilización de acciones coordinadas entre varios atacantes.

Aparte de las capacidades individuales, que son muy importantes, los jugadores deben dominar la utilización de procedimientos tácticos colectivos para buscar la superioridad numérica en zona eficaz. Está claro que no todos los procedimientos tácticos buscan la superioridad numérica, sin embargo en este blog, y pensando en las etapas de formación, me quiero centrar en los que sí la buscan:

    • El “pase y va”.
    • Los cruces.
    • Los bloqueos.

El dominio de estos procedimientos y la explotación colectiva de las ventajas obtenidas me parecen esenciales en los jugadores cadetes y juveniles. Por no extenderme no voy a hablar del “pase y va” ni de los cruces, por entender que no tengo nada especial que señalar. Pero sí me gustaría hacer algunas apreciaciones sobre la utilización de los bloqueos.

2.3. Los bloqueos: aprovechar el contacto físico

Todo el mundo sabe que uno de los medios más comunes para obtener ventajas en el juego de ataque, y no solo en el futbolsala sino en cualquiera de los deportes que permite el contacto físico, es interrumpir los movimientos de los defensores mediante el contacto físico con ellos. No trato de explicar aquí lo que es un bloqueo, que es de sobra conocido por todo el mundo, pero sí las diferentes formas de utilización sistemática de los mismos.

Concretamente, opino que los jugadores en jóvenes deben aprender tres formas de utilización del bloqueo:

    • Los bloqueos en 2ª línea defensiva.
    • Los bloqueos en 1ª línea defensiva para ganar posiciones y facilitar la recepciónde balón.
    • Los bloqueos “largos” en 1ª línea defensiva

2.3.1. Los bloqueos en 2ª línea defensiva.

Son bloqueos que realizan sobre el oponente de un compañero de ataque para liberarle del marcaje de su oponente directo, la continuidad (bloqueo dinámico) provoca situaciones de ventaja 2×1 o, en general superioridades numéricas ofensivas. Se realizan ante las salidas de los defensores para neutralizar a los chutadores o ante defensas que sitúan de principio jugadores en la segunda línea defensiva (defensa zonal).

2.3.2. Los bloqueos en 1ª línea defensiva para ganar posiciones y facilitar el control de balón.

Son bloqueos que se realizan sobre un oponente no directo (bloqueo al impar) para ganarle la posición por un lado y crear una zona de ventaja para recibir el balón.

2.3.3. Los bloqueos “largos “en 1ª línea defensiva.

Son bloqueos que se realizan sobre el oponente directo del poseedor del balón para que, con una trayectoria larga, el compañero supere a dos defensores, creando así una situación de ventaja numérica.

 

 

En acciones d balón parado, es habitual utilizar el bloqueo directo, y a mí que me da que concede la iniciativa a la defensa y no al ataque ¡

3. DE LO CONCRETO A LO GENERAL: UN VIAJE QUE TAMBIÉN HAY QUE REALIZAR

“Enseñar de lo global a lo específico”, es una frase que tengo grabada en la cabeza desde hace muchos años. Desde que me empecé a plantear el trabajo de formación como una tarea metódica, esta máxima orientó todo mi trabajo, sobre todo a la hora de proponer etapas y fases sucesivas que permitieran a los niños pasar de un juego simple y divertido a una actividad deportiva exigente, de una forma natural, subiendo el nivel escalón a escalón, pero siempre dando pasos sencillos de superar. Ya me advirtieron mis maestros, sobre todo Javier Sampedro, que esto no era una máxima absoluta, que en realidad recorremos un camino cíclico y muchas veces hay que hacer también el camino de vuelta “de lo específico a lo global”. Siempre he sido bien mandado y procuré hacerles caso, pero hasta que no pasaron varios años volcado en el trabajo con muchas generaciones de jóvenes no me di cuenta de la importancia de este necesario retorno.

Hay que confiar en la capacidad de generalizar que tenemos los humanos. En realidad, partiendo de una situación concreta, vivida en un momento determinado, somos capaces de sacar conclusiones que nos sirven para resolver situaciones nuevas, similares – o no tanto – haciendo de lo particular algo genérico.

¿Qué tiene que ver esto con la enseñanza y el entrenamiento del balonmano?

Voy a tratar de explicarme.

3.1. Jugar en la “habitación de las cuatro puertas”

Imaginaros que os encierran en una sala grande con cuatro puertas, una en cada pared, nos ponen en el centro de la sala y nos dicen que solo tenemos una oportunidad para escapar. Una puerta se abrirá durante un segundo o dos y esa es nuestra oportunidad para salir; pero no nos dicen cual de las cuatro puertas es la que se va a abrir. Es muy posible que fracasemos. Si esperamos a que se abra la puerta para reaccionar, cuando queramos llegar la puerta ya se habrá cerrado, solo nos quedará apostar por una, anticiparse y tener suerte, en realidad solo tenemos el 25% de posibilidades de escaparnos.

Si en vez de 4 hubiese 8 ó 10 puertas, sería más difícil aun. Si además cada vez que no consiguiéramos salir nos cargaran de reproches y nos hiciesen parecer poco menos que un inútil por no lograr ser eficaz en una tarea “tan sencilla”, seguro que terminaríamos odiando el juego de las “4 puertas”. Pongo este ejemplo porque muchas veces, sin darnos cuenta, hacemos jugar a nuestros jugadores, jóvenes e inexpertos, en la “habitación de las 4 puertas”. Les ponemos a atacar y les damos unas cuantas posibilidades que, por supuesto, hemos entrenado antes. Supongamos que le decimos a un jugador concreto – por ejemplo al ala derecho – estate atento porque cuando tengas posesión de balon:

    • El pivot te va a hacer bloqueo exterior en primera línea para facilitarle la salida del enfrentamiento con tu oponente no directo.
    • Pero también te puede hacer bloqueos en segunda línea para que te escapes de tu oponente.
    • A veces hará bloqueo a tu oponente directo y continuación para que le pases el balón.
    • El cierre en zona de finalización te va a ampliar el espacio para que consigas situaciones sorpresivas de chut a distancia. Estate preparado y anticípate.
    • Cuando el cierre corte con velocidad, aprovecha la ampliación de espacio y conduce y penetra entre “uno” y “dos”.
    • El cierre puede bloquear al suyo para que tu ganes una ventaja con un bloqueo “largo”

Eso sí, no le damos ninguna pista de cuando y como sucederán esas cosas. El entrenador

le hace ver amablemente que cuando nos “amplían el espacio debemos anticiparnos”.

Al poco, ante una trayectoria del cierre hacia el centro, el pivot hace un bloqueo exterior al defensor impar para que con un cambio de dirección el ala conduzca y penetre  entre “uno” y “dos”, pero cuando el ala ve el bloqueo ya no es capaz de cambiar la dirección y conducir penetrando. Otra oportunidad que se fue. El entrenador, con alguna muestra de impaciencia, le señala que “hay que estar más atento”.

En el siguiente ataque el pivot le gana la posición a su oponente con un bloqueo  en 6mts, pero el ala tardó un poco en verle y cuando quiere pasar el balón se lo  interceptan. Contraataque y gol. El entrenador va perdiendo la positividad inicial y  se le oye murmurar entre dientes algunas dudas sobre la capacidad intelectual de su  ala derecho. Sigue avanzando el partido y el ala de nuestro ejemplo, cada vez más nervioso ante su falta de acierto, vuelve a dejar pasar una de las posibilidades que se habían previsto. El entrenador ya no murmura entre dientes, abiertamente le grita reprochándole su nuevo error. Está llegando al límite de su paciencia. El siguiente desajuste, provoca la hecatombe: el entrenador, ya en trance, y creyéndose cargado de razón, manda al banquillo al jugador fracasado, clamando a los cuatro vientos por tanto error “después de lo que hemos entrenado”. Está tan aparentemente claro, que hasta el propio jugador se siente culpable y frustrado por su torpeza. Y, sin embargo, lo único que está pasando es que hemos puesto a jugar “en la habitación de – en este caso – seis puertas” a un jugador inexperto.

Podréis decirme que el entrenador actuó bien, que lo único que ha hecho es proponerle que juegue como lo hacen los grandes jugadores de su puesto: Pola, Diego, Lozano, Rafael… Mi opinión es que no se puede llegar a jugar como Rafael de golpe, hasta el mismo Rafael tuvo que recorrer un largo camino para llegar a ser el que es.

Seguramente si en cada ataque le hubiéramos dado una pista sobre la “puerta que se iba a abrir en ese ataque”, el jugador habría tenido más posibilidades de éxito. Después de varios partidos actuando de forma exitosa, es posible que pudiera ir apreciando indicios de cuando se iba a “abrir una puerta” u otra sin necesidad de señalárselo, y tal vez fuera capaz de jugar con dos o tres posibilidades abiertas, con el tiempo, los éxitos y la experiencia aumentaría su libertad de acción y después de unas cuantas temporadas sería capaz de jugar el “la habitación de las múltiples puertas” con bastantes posibilidades de “escaparse”

Es lo que os decía al principio de este apartado: en este caso creo que debemos recorrer pacientemente el camino “de lo particular a lo general”

.

3.2. Un camino que no solo se recorre en el deporte

.

Os hablaba al comenzar el blog de los músicos de Jazz. Ellos también, en alguna parte de su trayectoria de formación, recorren este camino “de lo particular a lo general”. Tienen que repetir escalas, ritmos, series armónicas… cosas concretas que luego, cuando se tiene un grado razonable de dominio, se pueden generalizar y plasmarse en una improvisación artística.

Nadie empezó a escribir haciendo dictados desde el principio, primero tuvo que

aprender a hacer letra por letra del abecedario, y luego a construir sílabas (recuerdan

aquello de la “p” con la “a”, “pa”) y poco a poco fue haciendo dictados hasta que, como en el caso de Cervantes, se soltó del todo y escribió el Quijote. No quiero decir con esto que cualquiera puede ser capaz de escribir el Quijote, pero sí que cualquiera puede llegar a redactar correctamente. De la misma forma, creo que con una formación adecuada, cualquiera puede llegar a dominar el juego de ataque y jugar con una eficacia alta.

Tener buena técnica para fijar y pasar con pocos pasos, pocos gestos, empleando poco tiempo, pero también para “fijar la atención” o “desviar la atención”. Resolver con solvencias las situaciones de ventaja. Desequilibrar las defensas con ampliaciones

sorpresivas de espacio o con algún procedimiento táctico. Utilización de los bloqueos con diferentes propósitos… en fin: “aprender el oficio”. Sin oficio no hay posibilidad de ser

genial. Lo de la genialidad se la dejamos a la genética… O, dejarme que piense, tal vez

podamos hacer también algo a ese respecto.

Pero eso ya lo dejamos para otra ocasión.

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