Formar jugadores para el ataque posicional – La fijación y el pase

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Formar jugadores para el ataque posicional – La fijación y el pase

Las bases del juego colectivo: La fijación y el pase.

El juego ofensivo es – o debería ser – mucho más que una suma de varios “1×1” sucesivos. Esto se consigue básicamente a través de dos elementos básicos: los pases, que nos comunican con otros atacantes, y las fijaciones, que nos relacionan con los oponentes. La utilización adecuada de estos dos elementos es el primer paso para la creación de un juego colectivo coherente. Mi opinión es que el binomio Fijación – Pasees la argamasa que nos permite construir el edificio del ataque posicional. Claro que hay muchas más cosas que hacer aparte de fijar y pasar, pero estas acciones son las que sirven de vínculo a todo lo demás y en las que vemos reflejada la mayor o menor intencionalidad del juego colectivo.

§  La fijación: un fracaso muy productivo

Vista desde la óptica de la lucha 1×1, una fijación parece un éxito del defensor, o lo que es lo mismo, un fracaso del atacante que no logra superar a su oponente. Sin embargo desde la óptica colectiva puede constituir un éxito rotundo; todo depende de la utilización que se haga de las mismas. ¿Cómo rentabilizarlas? Veamos algunas ideas clásicas

1.      Fijación “par”: Ampliación del espacio útil de maniobra de los compañeros. Existe una evidencia: En el juego 1×1 a mayor espacio útil de maniobra, mayor ventaja para el atacante. Si, a través de una fijación, un atacante consigue llevar a su oponente al lugar adecuado, provoca una mejora en las condiciones espaciales de actuación de su compañero.

2.      Fijación “par” y cruce: Genera superioridad numérica. Otra forma de rentabilizar las fijaciones “pares” es buscando el error en el cambio de oponente a través de un cruce. De esta forma se libera a un compañero de su marcador, situación que puede explotar él mismo para finalizar o resolver colectivamente a través de la situación de superioridad numérica que se genera.

3.      Fijación “impar”: Genera superioridad numérica. Claro que también un jugador puede fijar a un defensor que no sea su oponente directo, es decir, conseguir una fijación “impar”. En ese caso consigue un desmarque indirecto de un compañero que, como en el caso anterior, puede ser rentabilizado directamente por el beneficiado o a través de la explotación de la situación de superioridad numérica que se genera.

Quisiera hacer una apreciación: la superioridad numérica no es una gran ventaja si no se dispone de suficiente espacio útil de maniobra. Una inferioridad defensiva 1×2 ó 2×3 se defiende en la actualidad con un porcentaje alto de éxito si se produce en espacios reducidos. Se trata de generar una situación donde, además de la posible ventaja numérica de los atacantes, haya la suficiente amplitud espacial para resolverla con comodidad.

La calidad en la fijación: no dejar pensar a los defensores

Cualquier jugador normal puede conseguir fijar a un defensor, solo tiene que tratar de irse hacia la portería con el balón o sin balón y alguien le tendrá que salir al paso. La diferencia está en que unos para conseguir una fijación necesitan tener mucho tiempo el balón en el pie, conducir demasiado, intentar algún tipo de finta y no sé cuantas cosas más; sin embargo otros son capaces de crear mucho peligro en muy poco tiempo. En el primer caso es fácil para los defensores ayudarse para amortizar las situaciones de déficit que se puedan producir. Mucho más difícil es cuando los atacantes tienen la capacidad de actuar con rapidez. El objetivo no solo debe ser el de fijar a los defensores sino también el de no dejarlos tiempo para pensar las soluciones para la nueva situación.

Creo que es fundamental en el fútbol sala actual tener jugadores que consiguen fijar “Con pocos pasos, con pocos gestos y empleando poco tiempo

 

La continuidad: pasar con calidad

Decía al principio de este articulo que la fijación y el pase eran la base del juego colectivo. Ya os he expuesto mis ideas sobre las fijaciones, paso a comentaros de la continuación: el pase. Todos queremos jugadores que “pasen con calidad” y hablamos continuamente de esto. Lo que no tengo muy claro es si cuando hablamos de “calidad de pase” estamos pensando en lo mismo, porque a veces oigo referencias a la precisión y a la seguridad como el paradigma que resume la “calidad de pase” y yo, desde luego no pienso así.

Es cierto que sin precisión y sin seguridad no podemos asegurar que haya calidad en el pasador, son condiciones necesarias, pero ni mucho menos suficientes. De hecho hay jugadores que no pierden un solo balón en un partido y lo mejor que se puede decir de ellos como pasadores es que son una castaña pilonga. Según mi punto de vista, la diferencia que marca la calidad está en la capacidad de crear peligro con el pase, y esta capacidad está relacionada directamente con dos factores:

§  Saber elegir a quien se pasa

§  Saber superar la oposición que existe al pase

 

Quien consigue meter balones en las zonas presuntamente más protegidas de un sistema defensivo, el que logra convertir en inminentemente peligroso al jugador en que un instante antes nadie pensaba, puede romper una defensa con la simple acción de pasar el balón a un compañero. Un buen pasador hace peligrosos a quienes le acompañan en la tarea de ataque.

El uso colectivo del pase

Los defensores continuamente colaboran y se prestan ayuda para reforzar las zonas de peligro inmediato – normalmente la zona del balón – no dejando que en ningún momento la superioridad circunstancial de un rival en la lucha 1×1 provoque una situación de gol. El trabajo colectivo de ayudas defensivas se dificulta y llega a romperse con una gestión adecuada de la circulación del balón. No se trata en este caso de romper la defensa con un solo pase brillante, sino de gestionar la continuidad del juego de forma intencional hasta degradar las posibilidades colectivas de la defensa. Hay tres recursos para esta gestión:

1.      La velocidad y los cambios de ritmo en la circulación del balón. Lo primero que tengo que aclarar es que la velocidad en la circulación de balón no se consigue con pases precipitados, la velocidad colectiva se logra haciendo acciones muy cortas con el balón controlado – “poca conducción, pocos gestos, poco tiempo” – y esto presenta dos problemas: el primero la capacidad técnica para poder trabajar así y el segundo que se debe ser muy rápido en la captación y el tratamiento de la información. Es preciso diferenciar entre velocidad y precipitación, “La rapidez, que es una virtud, engendra un vicio, que es la prisa”, es una frase de Gregorio Marañón que viene muy bien para ilustrar lo que quiero decir.

2.      Los cambios sorpresivos en la dirección del pase. Cuando la circulación de balón toma un aspecto rutinario las defensas se adaptan de forma inconsciente a esta rutina. Los cambios sorpresivos en la dirección de pase suponen, en estas circunstancias, una alteración que en muchos casos llega a romper el equilibrio defensivo

3.      Los pases largos. Igual sucede con la introducción de pases largos, saltándose algunos puestos que presuntamente serían los destinatarios del siguiente pases. Los jugadores que son expertos en la utilización de la circulación de balón como forma de provocación del desequilibrio defensivo también son jugadores que hacen más peligrosos a sus compañeros.

 

Un apunte:

el Pensamiento lineal enjuicia, valora, decide y aplica toda la razón para justificar la decisión. Pero a menudo necesitamos afrontar situaciones nuevas, retos a los que noestamos acostumbrados, o para los que las viejas soluciones ya no nos son válidas y no sabemos; nos quedamos atascados, parados por la propia situación, dando vueltas a las ideas sin encontrar salidas.

En esos casos tenemos la oportunidad consciente de aplicar otro tipo de pensamiento,

el Pensamiento creativo, también llamado Pensamiento Lateral, nombre con el que el psicólogo maltés Edward de Bono lo acuñó, nos permite diverger, ir por caminos no frecuentados, aplazar el juicio, no pensar en una sola dirección, encontrar ideas que jamás antes habíamos tenido, ver desde otro lado; desde el lado en el que se sitúa

la burbuja lógica de la creatividad.

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