Jugador sin balón. Fundamentos individuales sin balón.

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Jugador sin balón. Fundamentos individuales sin balón.

El juego del Fútbol-sala, debido a la complejidad de las situaciones creadas en la propia dinámica del juego, como así mismo por las situaciones impuestas a los jugadores en su mecánica, es sin duda alguna uno de los deportes de equipo, más difíciles de aprender, y sobre todo, uno de los más difíciles de enseñar. En la base de todo ello se encuentran los fundamentos individuales, que son los movimientos mediante los cuales los jugadores pueden aplicarlos en la esencia misma del juego.

La evolución del juego, expresada en la voluntad de encontrar la continua mejora de las técnicas ofensivas y defensivas en su conjunto, es un aspecto que lleva al Fútbol-sala a asumir una expresión cada vez más racional y lógica, pero sin que sufran los valores humanos y competitivos. En realidad, en el progreso racional y como concepto del juego se encuentra la verdadera fuerza del Fútbol-sala, los movimientos individuales sin balón. No se puede producir una evolución del juego de equipo sin que previamente se haya avanzado en los límites anteriores de la preparación individual. Los fundamentos individuales son los muelles que impulsan hacia delante el concepto técnico y táctico, y permiten la aplicación de las innovaciones. En este sentido, es conveniente que el entrenador sensibilice a sus jugadores sobre la importancia de los fundamentos individuales, y exija de ellos el máximo empeño de voluntad durante los entrenamientos. Si la asimilación es difícil, debe insistir con tenacidad, pero sin ceder nunca a la angustia de querer llevar a sus jugadores, en poco tiempo, a la práctica de un juego colectivo de un nivel superior al que permiten sus posibilidades.

Actualmente, en el Fútbol-sala, la atracción principal de los entrenadores y de los jugadores está constituida por el balón. En consecuencia, los estudios y preparaciones se centran casi por completo en los movimientos con balón. Esta circunstancia y excesiva preocupación por el balón, en principio es un aspecto lógico, pero no podemos olvidar que los movimientos sin balón y aquellos destinados a entrar en posesión del balón, son tan importantes como los primeros. La validez del interrogante de cómo puede demostrar su habilidad un jugador bien entrenado en los fundamentos individuales con balón, si este no llega a entrar en posesión de dicho balón, es clara. Sin embargo, es empresa difícil convencer a los jugadores de la importancia de estos movimientos que requieren un agotador ímpetu físico y mental, sin que ello se obtenga resultados inmediatos. Así mismo es habitual, que los jugadores entrenen con gran entusiasmo al perfeccionamiento de los movimientos con balón y no tanto cuando se trata de pasar el balón.

La enseñanza de los movimientos individuales sin balón debe adquirir cada vez mayor importancia, aunque nunca se ha profundizado seriamente en ello. Hoy en día puede afirmarse con toda serenidad que son pocos los entrenadores y los jugadores que dedican el tiempo suficiente a la preparación individual del juego sin balón. Ello se puede observar en el contexto del Fútbol-sala actual, determinado por la circunstancia de que nuestro juego defensivo continúa expresándose en general mediante conceptos anticuados y superados. La mentalidad dominante corresponde a la de una actitud defensiva pasiva, y no activa, como debería ser, y que por lo tanto no suscita grandes problemas a los atacantes, quienes, en consecuencia, no advierten la necesidad de perfeccionar los fundamentos individuales y, en particular, los movimientos del juego sin balón.

Los principios de la defensa moderna exigen un jugador dinámico, capaz de impedir que el atacante reciba el balón o, por lo menos, de obligarle a recibirla en una posición de desfavorable, que condicione negativamente su acción posterior. Para eludir o modificar los efectos de esta clase de defensa, al atacante no le queda otro recurso que acentuar el perfeccionamiento de los movimientos individuales sin balón que le permitan recibirla con mayor frecuencia y con un mejor equilibrio en su posición, aspecto este fundamental para poder jugar mejor a continuación el balón del mejor modo posible. Por ello, la falta de una mentalidad activa en el juego defensivo tiene como consecuencia un lento progreso del juego ofensivo, mostrando reflejos de bajo nivel técnico en los partidos.

Del mismo modo que el entrenador debe ocuparse de proporcionar una mentalidad defensiva al defensor, también el atacante debe dotarse de una mentalidad ofensiva. No basta responsabilizar al jugador sobre el chut a portería, sobre el pase, sobre la finta; también se le debe recordar que el atacante tiene frente al defensor, quien hará todo lo posible para evitar que reciba el balón, y que, en el caso de que lo reciba, se esforzara aún más para impedirle proseguir su acción. No cabe la menor duda de que superar al contrario mediante movimientos individuales con balón contribuye a formar a un buen atacante, pero este será siempre un jugador de capacidades limitadas, únicamente hábil para atacar a una defensa pasiva.

 

En defensa, también es importante destacar la importancia de los fundamentos individuales del juego con balón y sin balón, donde el defensor debe estar preparado, ya sea contra un adversario en posesión del balón, o contra el adversario que no está en posesión del balón. Este mismo principio puede aplicarse al atacante, independiente de si tiene lo el balón. Este debe saber superar al defensor. El uno contra uno, con balón o sin balón, tiene las características de un enfrentamiento en que cada contrincante debe poder recurrir a todos los recursos posibles. En este  sentido, debemos insistir en la necesidad de llamar la atención sobre la conveniencia de una preparación ambivalente que tenga en cuenta los fundamentos individuales del juego con balón y sin balón. Son pocos los entrenadores y los equipos que afrontan este tema específico con la seriedad indispensable. Los motivos son diversos:

 

·         Escaso conocimiento de la materia;

·         La costumbre de enfrentarse a una defensa pasiva;

·         Una dinámica que no ve la necesidad de alcanzar un perfeccionamiento superior en los aspectos individuales;

·         Superficialidad al considerar los problemas vitales del juego del Fútbol-sala;

·         Etc.

 

Los movimientos fundamentales sin balón no deben ser relegados a un segundo plano, ya que son indispensables en la construcción del atacante, y forman parte, por lo tanto, del carácter de su mentalidad ofensiva.

 

EL JUEGO SIN BALÓN ES UNO DE LOS ASPECTOS QUE MÁS VENTAJAS PUEDE DAR AL ATAQUE, ADEMÁS UNA BUENA DECISIÓN DIFICULTA LAS AYUDAS DEFENSIVAS.

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