Lo peor en la competición es la duda (mal interno) y …
La idea no se negocia. Eso no deja dudar a los jugadores, que están siempre examinando al entrenador.
“Jorge Valdano”.
El principal objetivo del entrenador, es enseñar al jugador a pensar, a dudar, a desarrollar un pensamiento crítico y a resolver problemas, pero nada hace dudar más a un jugador que la duda de su entrenador, es por eso que siempre hay que mostrar seguridad en lo que hacemos y creer.
Dudar para aprender y decidir para HACER son dos de las principales herramientas que dispone un entrenador para gestionar entornos inciertos.
Dudar, no sólo me ayuda a crecer, sino que me libera de la obligación de estar siempre en lo cierto, que no deja d ser una forma de esclavitud comentaba Andrea Bocelli.
Antes de ponerlo en duda, lo mejor es…, dudar primero de tus propios ojos. Por tanto, aprendamos a entrenar y competir con humildad, que no es modestia, es tener mente de aprendiz, capacidad de dudar y cuestionarse.
–… y la incertidumbre (mal externo)
En competición el caos es lo normal, no es nuevo. El caos es productivo. Aprender a competir en el caos es saber gestionar la incertidumbre. Immanuel Kant dijo” que se puede medir la inteligencia de una persona por la cantidad de incertidumbre que puede soportar.
Dentro del escenario de la Competición la Incertidumbre principal en el juego son:
– lo que hacen los adversarios y
– lo que hacen tus compañeros!
sobre todo cuando el juego es totalmente libre.
(Algunos jugadores con muchos “recursos” saben generar incertidumbre en el rival, otros viven en ella y la generan en el propio equipo).
La maestría del entrenador es saber responder rápido a la incertidumbre, saber gestionarla. No obstante, en lugar de entrenarnos en la incertidumbre, el hábitat natural por el que discurre la competición, nos aferramos a lo que no existe: la seguridad.
Para explicarlo tomo prestado el artículo de mi admirado Fernando Botella de su blog del 2013 donde nos cuenta…
Si, lo cierto es que competimos en busca de la seguridad. Bajo la percepción mental de tener el control de todo. Huyendo de lo que nos produce un cierto margen de riesgo.
Es decir,
INCERTIFÓBICAMENTE
O, lo que es lo mismo, con pánico a lo que nos es incierto, a lo desconocido, a lo que nos genera dudas. A no tener seguridad con lo que entendemos como entrenado, a la falta de información, a lo que ignoramos, a lo que está por llegar, …
Pero curiosamente en eso consiste el juego, en transitar por lo desconocido, en no saber lo próximo que está por llegar.
Mario Vargas Llosa nos decía:
“ La incertidumbre es una margarita
cuyos pétalos no terminarás
nunca de deshojar “
Y así es nuestro paso por esto que llamamos competir: incierto, inseguro, desconocido, arriesgado,… No asumir la incertidumbre, vivir bajo el pánico de ella, ser incertifóbico, es perderse la propia oportunidad de mejorar.
La incertidumbre no gestionada, no normalizada, provoca miedo al cambio, inmovilidad, te conecta con el pasado. Paraliza la creatividad. Impide encontrar nuevas oportunidades.
La gestión adecuada, con coraje, de la incertidumbre no es seguridad, es valentía.
Lo seguro no es compatible con lo vivo. Es confort, comodidad, falta de exigencia.
Desde la seguridad no se toman decisiones, no se buscan nuevos caminos. Nos paramos.
Un cerebro que no admite lo incierto es un cerebro angustiado, previsor de un futuro negro, ansioso, nada explorador, que no disfruta con lo nuevo.
Fisiológicamente la no gestión de la incertidumbre, el no tratarla como lo más natural, practicar la incertifobia, hace que se te acelere el ritmo cardiaco, te pone una cara llamada de pomada, triste, genera temblor, aumento de la presión arterial, y la activación del sistema endocrino
y del sistema hipotálamo-hipófiso-suprarenal, liberando en nuestra sangre hormonas productoras de estrés, aumentando el cortisol responsable del exceso de colesterol, y un largo etc…
La incertidumbre es el seudónimo que utiliza la sorpresa para dar miedo. Aceptemos que la incertidumbre es un hecho inherente en la competición.
“Competimos partidos de incertidumbre”.
Como no puede ser de otra forma, porque, aún siendo inconscientes, siempre fue así. Eso sí, con una gran diferencia a sólo hace unos años, que ahora nos cuestionamos si vale la pena
la previsión de escenarios futuros, la planificación estratégica más allá de un corto espacio de tiempo, las muletas que nos ayudaron a caminar en el pasado, o eso creíamos …
Ahora ya no pensamos que esto sea la solución. Más bien nos genera más temor, más inseguridad.
Hacer algo bien, a tiempo y con calidad, no es talento, es eficiencia. El talento sólo tiene sentido cuando hay un margen de incertidumbre. Recordar que medimos la iniciativa, inteligencia y voluntad del jugador por la cantidad de incertidumbre que es capaz de superar durante la competición.
¿Cómo nos sentimos cuando descubrimos que tenemos que aprender a competir jornada a jornada sin muchas previsiones, sin anticipar un futuro lejano, en un nuevo orden?
¿O en un nuevo caos? ¿O es caos-orden que siempre fue y estuvo disfrazado de resultados ganadores, de derrotas, de falsa victorias?
Nada resulta más dañino para una competición que la previsibilidad, pues ataca la esperanza de ser sorprendido (la incertidumbre es necesaria). En la incertidumbre el cerebro nos invita, facilita y aumenta el espíritu explorador, la capacidad de atención y aprendizaje y la creatividad.
“El liderazgo es la habilidad de absorber incertidumbre para que otros puedan seguir caminando”.
– Peter Drucker
Una propuesta:
Frente a la fobia, producida por lo incierto, por qué no elegir la
PRESENTOFILIA
Vivir el presente y sacarle el máximo partido. Disfrutarlo con intensidad.
Cuidar lo que nos es próximo. Lo que está en nuestro hoy.
Salir de la zona de confort es entrar en la zona de incertidumbre en un mundo donde a lo mejor hay que partir de cero y aprender nuevas competencias.
El momento presente es el único en el que todas las cosas suceden. Competir durante el presente nos aleja de la fobia a lo incierto, nos pone en atención con lo que está ocurriendo.
Por ejemplo, si estás jugando concéntrate en tus movimientos, en la cadencia de tus pies,
en la tensión con la que las piernas y pies se apoyan en el suelo, en tu respiración, en tus pensamientos,…
Vivir el presente es vivir despierto. Nos aleja de vivir en automático.
Ante la incertidumbre sólo tienes una opción: centra tus energías, tus pensamientos y tus movimientos, es decir tu vida, en lo que ahora te está ocurriendo. Es donde puedes dar tu mejor yo. No tienes otro espacio ni tiempo de poder personal tan completo. Y además desde el aquí y ahora, en el presente, es desde el único “lugar” donde puedes empezar a construir lo que todavía está por ocurrir.
El futuro lo creas en el hoy.
Lo decides en el presente.
Lo empiezas a fabricar desde el aquí.
Deepak Chopra nos recuerda que sólo desde la incertidumbre se puede encontrar el espacio
de libertad necesario para crear lo que deseamos. Así es, lo incierto está sin decidir.
Cuando entres en estado de incertidumbre, párate y date permiso para que todo se centre
en lo que te vaya ocurriendo en tu presente continuo.
Tu único mundo real está aquí, no dejes de verlo, de vivirlo.
Condicionar el presente con el pasado o con el cuestionamiento del futuro es no empezar,
es no llegar por no salir, es vivir con temor, es no saborear lo que ahora tienes ni siquiera lo que te espera por llegar.
No deposites tu bienestar de hoy en el futuro. No llegará. El futuro hoy no es más que una proyección mental.
Contra la incertifobia puedes tratar de vivir sabiendo que
sólo existe
un instante en tu vida,
y que quieres formar
parte de él:
EL PRESENTE