Saltarse las reglas

Saltarse las reglas

Si hacemos un sistema, un procedimiento o medio táctico una vez y otra y otra más, por el mero hecho de estar repitiéndolo, el proceso de aprendizaje de lo que quiera que estemos entrenando empieza a ser simple y a hacerse automático. Empieza a ser familiar, simple, fácil, natural y empieza a volverse subconsciente. (Joe Dispenza)

Cada cual tiene el privilegio de interpretar lo que escribo a su modo, según su visión, su experiencia, su historia, mejor escrito, según su interpretación de su historia, y de lo que quiere en la vida deportiva por la que apuesta. También es cierto que no hay una sola forma de leer. No hallaras en estos apuntes respuestas, únicamente hay en ellos ideas, porque aprendemos por nosotros mismos y no porque alguien nos diga –como- se hacen o se dejan de hacer las cosas, porque elegir tiene un precio y hay que pagarlo.

Bien, después de esta introducción vamos al asunto propuesto. Creo que el jugador debe conocer bien las reglas y que estas están para cumplirlas. Los sistemas con sus procedimientos tácticos que son como llamamos a las jugadas, las entrenamos como acciones rígidas por definición. Obligan a los jugadores a ocupar una serie de posiciones, ganar un espacio (saber conquistar el espacio del que dispone un jugador para hacer lo adecuado –SPACING-) y hacer unos movimientos con una determinada coordinación (saber cuando un movimiento empieza, pero también cuando acaba, para que así pueda empezar otra acción de juego –TIMING-), con el fin de conseguir que aparezca una buena situación de juego o de gol. En principio, todos los jugadores en cancha han de respetar tanto los movimientos, como el momento de llevarlos a cabo.

Normalmente lo contrario provoca un caos o un juego complejo, ahora bien cuantas veces se ha repetir este mismo movimiento en el entrenamiento cuando nuestro juego tiene acciones discontinuas, adaptativas y complejas en espacio y tiempo. Recordemos el proverbio japonés que dice “PARA TENER UNA IDEA DE UN MOVIMIENTO, HAY QUE HACERLO MIL VECES, PARA CONOCERLO HAY QUE REPETIRLO DIEZ MIL VECES, Y PARA DOMINARLO, HAY QUE REALIZARLO CIEN MIL VECES”.

Es por tanto, que cada competición tiene un carácter único.

Ser disciplinado, pensar de manera colectiva y actuar en conjunto es básico. Imaginemos una orquesta en la que los instrumentos de cuerda, de viento y los de percusión fueran descompasados. El mismo tiempo que pasan los jugadores entrenando cada movimiento es el que pasa el violonchelista coordinándose con el resto de la orquesta o más. Tan solo hay una diferencia fundamental, la orquesta debe seguir la partitura y clavar la pieza. En fútbol sala no. Si hay una opción en medio de la jugada preestablecida para hacer gol, no se debe acabar la pieza. Aquí es donde el talento (capacidad de resolver situaciones imprevistas y de paso marcar diferencias), determina y destaca la diferencia entre los distintos jugadores y salen los especiales. Jugadores con talento que disponen de esa capacidad para el juego (percepción táctica, cualidades físicas, destrezas técnicas, habilidades tácticas, factores psíquicos y condiciones de constitución y del entorno) son capaces de intuir y crear, tener esa capacidad de cambiar el paso a las defensas que conocen nuestros movimientos casi como nuestro equipo, dominar esa capacidad de ver un hueco para pasar, para inventar un gol.

No obstante, es evidente que deben existir unos límites, porque si todos los jugadores intentasen su jugada, el resultado sería temible, porque casi nadie seguiría el sistema.

MI OPINIÓN ES QUE LOS SISTEMAS ESTÁN PARA SEGUIRLOS… Y PARA SALTÁRSELOS. Un entrenador debe buscar el equilibrio entre pedir que se haga las cosas bien, y en que nadie se enrede en la rigidez de los sistemas y evitar que pierdan de vista que su primer objetivo es la posibilidad de hacer gol y no acabar la jugada.

Permitiendo un clima de libertad y asumiendo riesgos individuales se consiguen mejores resultados y no debemos olvidar que lo importante no es poner reglas, sino hacer que consigan imponerse. Atención, las individualidades ganan partidos, los equipos campeonatos.

La educación de nuestros deportistas consiste en enseñar no lo que deben pensar, sino a pensar, por ello la dirección del entrenamiento apunta a permitir al jugador a comprender la materia enseñada, no a practicarla ciegamente.

Por último, no tengo la menor duda, que nuestro deporte evoluciona porque desde hace tiempo tenemos personas que transmiten lo mejor que pueden y saben sus experiencias, conocimientos y sabiduría, esa donación o transmisión del conocimiento se asocia entre otros a la figura de los profesores de cursos realizados hasta ahora, jugadores o entrenadores dentro de sus clubs o aquellos que asisten a clinics como ponentes, curiosamente a estos últimos lo llaman, la nueva escuela.

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