Aceptamos actualmente que son muchas las cosas que tiene que tener en cuenta un entrenador para liderar un equipo y no sólo aumentar el talento de sus jugadores. No nacemos sabiéndolas. El entrenador se hace con el paso de los años, con “el humo de los cañones de cien batallas“. Y esto es una buena noticia, porque todos tenemos la oportunidad de mejorar, adaptarnos a los cambios, aprender de los éxitos y de los fracasos, evolucionar como técnicos y dignificar continuamente nuestra profesión.
Nuestro trabajo va más allá del 20 x 40, y profundiza en los entresijos de la condición humana. Trabajamos con personas que sienten, se emocionan y tenemos que ser sensibles a ello. Así humanizamos el deporte.
Pero ¿Quién no ha tenido sueños dirigiendo a sus equipos? ¿Quién no cree en ideales?¿Quién no tiene convicciones?¿ Quién no ha dicho a sus jugadores más de una vez que se diviertan? ¿Quién no ha sentido la soledad en la derrota? ¿Quién no se imagina a su equipo jugando como “los ángeles“? Si hay alguno, que levante la mano.
El FSala es un deporte muy complejo y abierto con diferentes momentos de participación de los jugadores en el juego y con diferentes momentos de parada y/o de espera. Los jugadores además no tienen una participación homogénea en el juego. Nos encontramos con jugadores más protagonistas y otros que tienen un protagonismo secundario. Los entrenadores debemos contar con diversas formas de intervenir en el juego táctico individual de nuestro equipo mediante actuaciones en las distintas fases de un partido.
Lo curioso es que durante el partido los entrenadores tenemos muy pocas posibilidades de influir en los jugadores y en sus rendimientos. Solo en los descansos, tiempos muertoso en los cambios y mediante gritos ocasionales podemos dirigir el comportamiento táctico de los jugadores. Por esto, los entrenadores habitualmente dedicamos un tiempo antes del partido a dar a los jugadores todas las informaciones que necesitan para tener éxito. Para ello utilizamos la conversación individual y la reunión del equipo.
Insistiré que las intervenciones más adecuadas antes del partido son las individuales, ya que el jugador en esta fase previa, tendrá un alto grado de motivación y un nivel deactivación grande y le será más fácil prestar atención a las sugerencias e indicaciones del entrenador de manera personal. Las actuaciones para el grupo completo deberán ser las últimas. El entrenador deberá controlar ese tiempo y llamar a sus jugadores con tiempo suficiente antes de las indicaciones finales.
Recordemos antes de continuar que la capacidad táctica del jugador individual, y con ella la del equipo como grupo, determina que la “toma de decisiones” es la fase entre las soluciones mental y practica de una situación de juego y está estrechamente relacionada con cualidades psíquicas como son la fuerza de decisión, la seguridad en uno mismo, latranquilidad, la disposición para el riesgo, la autonomía, la autorresponsabilidad y laresistencia al estrés. Por tanto, es muy importante que los entrenadores tengamos en cuenta estas circunstancias cuando damos las pautas tácticas a nivel de la preparación del partido.
Reglas tácticas fundamentales
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- ¡Son correctas todas las informaciones que refuercen al jugador en su estabilidad psíquica!
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- ¡Se han de suprimir todas las informaciones y exigencias que vuelven al jugador inseguro!
Las siguientes medidas e informaciones tienen un efecto psicológico positivo para el jugador:
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- Una distribución clara de cometidos y responsabilidades (p. e; Ejemplo: la ejecución de faltas directas, penaltis, saques de esquina se otorga a determinados jugadores antes del partido).
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- Encargando al jugador cometidos difíciles como pases largos, chuts lejanos a puerta, juego directo o 1×1, se le obliga a un cierto riesgo (es decir, el jugador recibe las instrucciones indicándole el riesgo que comporta). Esta se reduce asegurando al jugador que no será criticado o sancionado en caso de fallar. Solo así obtendremos del jugador la seguridad necesaria.
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- Esta medida de apoyo, en lugar de la crítica para el jugador que tiene que arriesgar, ayudara también a otros jugadores a asumir este tipo de responsabilidades.
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- Al destacar los puntos fuertes individuales con indicaciones de como emplearlos eficazmente contra cada contrincante, se van reduciendo al mismo tiempo los puntos débiles de cada uno (p. e; un jugador domina muy bien el uno contra uno, pero si existe perdida del balón, el jugador no vuelve con suficiente velocidad al dispositivo defensivo, en este caso como entrenador daremos y exigiremos al jugador el cometido adicional de terminar cada regate con un chut o un pase al compañero mejor colocado para la finalización).
Exponemos aquí también unos ejemplos negativos, que de ninguna forma son recomendables:
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- Exigir que se juegue de una forma rápida y directa a nivel máximo desde un principio es excesivo para un jugador no preparado y le fomentara un sentimiento de inseguridad.
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- Exigir un marcaje por zonas, cambios de posiciones y de misiones durante el partido, o la ocupación de una posición de juego no acostumbrada, inhibirá al jugador si previamente no se experimentaron y entrenaron suficientemente estas actuaciones y si ello ocurre sin tener en cuenta el nivel de conocimientos y de experiencia del jugador.
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- Demasiada información simultánea desconcierta al jugador, limita su posibilidad mental e inhibe sus acciones.
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- Las advertencias exageradas sobre la fuerza del contrario restan a la mayoría de los jugadores la seguridad en ellos mismos.
Según Susan y Mihaly, (2002) el jugador en momentos de participación activa intensa se encuentra “en un estado de conciencia en el que el jugador llega a estar totalmente absorbido por lo que está haciendo excluyendo todo tipo de pensamiento o emoción”
El jugador en el momento que ejecuta una acción táctica se encuentra en un momento de participación activa intensa. Por tanto es habitual que todos los jugadores son los protagonistas principales de la jugada. Aunque la mayor parte de los jugadores participan de manera activa el protagonismo de unos y otros no es el mismo. Sin embargo todos los jugadores se encuentran totalmente absorbidos por la acción deportiva. Son momentos de intensa actividad física, táctica y técnica.
Dado que en estos momentos los jugadores están muy concentrados lo más acertado es “dejarlos jugar“. Coincidimos con Hotz (1999) en que en estos momentos en los que los jugadores realizan sus acciones técnicas no están en condiciones de llevar a la práctica las indicaciones del entrenador. Por supuesto que las indicaciones que se hacen en ese mismo instante no son percibidas por el protagonista de la jugada.
Según Buceta (2004), si el entrenador intenta darles instrucciones durante estos periodos, es muy probable que estas interfieran en la atención que el jugador necesita para rendir en su juego. Por lo tanto, dado el nivel de conciencia y atención que presentan los jugadores en estos momentos de participación activa intensa no es recomendable la intervención de los entrenadores.
Se puede observar que hay entrenadores que intervienen durante estas fases de juego instigando al jugador para que realice o corrija alguna acción técnica (p. e; les indican que pasen una dirección concreta o que salgan de una zona específica de bloqueo en el preciso momento que el jugador la está ejecutando). Estas actuaciones del entrenador son, además de inapropiadas, ineficaces e inútiles.
No obstante, hay algunas intervenciones del entrenador que pueden ser útiles tratando de incitar a algún jugador durante estos momentos de participación activa intensa. SegúnBuceta (2004) con jugadores jóvenes, en periodos de formación puede ser útil para favorecer determinadas conductas. Para ello el entrenador debe haber entrenado estas órdenes en las sesiones de entrenamiento. Los jugadores deben identificar las órdenes que el entrenador quiere trasmitir. El entrenador debe utilizar una palabra enérgica y corta para dar una orden concreta: “duro”, “finta” “corta“.
En el FSala esta condición se puede producir en aquellos jugadores que no son los protagonistas absolutos de la jugada. (p.e. El jugador que debe apoyar el remate, o la corrección de una posición defensiva).
A nivel táctico los entrenadores normalmente tenemos una gran ventaja informativa frente a los jugadores. Con buenas intenciones tendemos fácilmente a “verter” todas nuestras experiencias sobre los jugadores. A menudo no tenemos en cuenta que existen grandes diferencias entre el conocimiento y la acción táctica, tampoco tenemos en cuenta la situación de estrés en el partido de competición.
Ciertamente, en cuanto a las pautas tácticas debemos tener en cuenta el lema; ¡Vale más informar menos!.
Por tanto las intervenciones del entrenador pueden ser distintas para los jugadores y dependiendo del complejo táctico en el que se encuentren. En equipos y jugadores poco experimentados y en deportistas jóvenes suelen ocurrir situaciones de “despiste” y perdida de concentración. Los entrenadores y los propios jugadores podrían intervenir para focalizar la atención y controlar esos despistes y ausencias (p.e.; no acudir a los apoyos del finalizador o tener una posición demasiado alta en defensa). La intervención del entrenador, en estos casos, puede resultar muy recomendable. Por supuesto que estas intervenciones deben ser individuales y personalizadas.
Es habitual que el entrenador experimentado informara con mucho más tacto a los jugadores considerando cada situación y el estado mental y psíquico de los mismos. Exactamente, son algunos entrenadores jóvenes quienes fracasan por su incapacidad de dosificar correctamente sus conocimientos y de transmitirlos en un lenguaje adaptado a los jugadores, a pesar de que sepan mucho en cuanto la táctica.
Hay una característica que vamos a destacar y que condiciona la calidad de la intervención de los entrenadores, así como sobre la necesidad del entrenamiento psicológico del propio entrenador.
Las intervenciones de los entrenadores pueden estar, y de hecho la experiencia nos demuestra, muy condicionadas por el resultado de la acción de la jugada que acaba de finalizar. Es decir; según que el resultado de la jugada sea positivo o negativo así será la comunicación tanto verbal como no verbal que realiza el entrenador. El resultado de la jugada condicionará el contenido y la forma de la información que vamos a trasmitir. Por lo general, cuando el equipo ha conseguido un resultado positivo los entrenadores tendemos a reforzar positivamente con palmadas, apoyo psicológico y elogios de carácter colectivo.
Cuando el resultado no es positivo disminuyen los refuerzos verbales y no verbales y las informaciones e intervenciones suelen ser de tipo técnico-táctico. Estas circunstancias deben ser analizadas y trabajadas. Los entrenadores, mejoraremos nuestras intervenciones durante estos periodos si atendemos y trabajamos nuestra formación psicológica personal. La actuación de un psicólogo del deporte trabajando directamente con los entrenadores siempre optimizará nuestras actuaciones.
Insistiremos una vez más, en la necesidad de que los entrenadores posean un alto grado de control emocional. Entre otras muchas posibilidades nos permitirá una adecuada actuación en la comunicación verbal y no verbal.
Una intervención por parte de los entrenadores de carácter especial durante los periodos de intensa actividad en el partido será sobre los jugadores que no están en cancha. Estos jugadores no participan pero deben mantener un comportamiento adecuado con el momento que se está jugando. El entrenador les debe asesorar sobre que deben permanecer tranquilos, pero activos e involucrados. Les debe insistir en que se mantengan preparados y conscientes de que pueden ser requeridos para participar en cualquier momento en estos periodos del partido.
Preparación mental y motivación para la segunda parte
A menudo, el aficionado considera que el cometido principal del entrenador en el descanso es tomar medidas para motivar al jugador; los medios de información refuerzan esta postura. Si los equipos salen de los vestuarios como cambiados después del descanso, tras una primera parte desafortunada, se responsabiliza de ello al llamado “sermón en el vestuario“. Es cierto que la crítica masiva solo es eficaz en muy pocos casos. Incluso los equipos que parecen jugar sin ganas ni estimulo, a juicio del aficionado superficial, no actúan así por falta de disposición –entonces sí que convendrían unas palabras duras– sino que se sienten inhibidos y tensos. En consecuencia, necesitan otra “terapia” diferente de la que la mayoría de los espectadores se imagina.
La preparación de los jugadores para la segunda mitad de juego tiene dos aspectos:
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- Redefinir o bien repetir las pautas tácticas; los jugadores tienen que recibir instrucciones claras en este sentido con respecto a su cometido.
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- Recuperar o bien reforzar la motivación; en este sentido los jugadores tienen que prever una probabilidad mediana de éxito teniendo en cuenta el desarrollo del primer tiempo y la motivación individual, y además se les ha de recordar lo atractivo que es el éxito.
Hahn indica en un estudio sobre la “forma de tratar un equipo deportivo durante el descanso” la importancia del “ambiente agradable” y su consecuencia para la motivación de los jugadores. Interpreta los conocimientos de la psicología publicitaria y establece una especie de relación con el tipo y el contenido de las informaciones que se han de dar durante el descanso. Según eso, “las informaciones más importantes se dan o se vuelven a repetir al final“. Así la reunión en el descanso no se debe convertir en discursos incontrolados, tratando todos los “si” y “entonces“. De una forma bien estructurada se han de dar “consultas breves, instrucciones claras, refuerzos, afirmaciones, repeticiones o reestructuraciones de los conceptos tácticos“. “Ordenes concisas y disposiciones incrementan la efectividad“.
De suma importancia son los conocimientos en el campo de la psicología del aprendizaje, que indican que las instrucciones centradas en los errores (“¡Por qué no has…¡”) no tienen ningún efecto positivo para el comportamiento durante la segunda parte del partido. Los jugadores necesitan instrucciones centradas en sus tareas; y si hace falta criticar, tiene que estar directamente acoplada con instrucciones y consejos. La crítica se debe dosificar muy moderadamente; se ha de aplicar más como motivación para el comportamiento posterior que como simple retrospectiva del anterior en cuanto a si era correcto o no.
Hahn agrupa las posibles medidas para motivar el equipo en el descanso según cuatro aspectos:
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- El equipo está ganando.
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- El equipo está perdiendo; concretamente: el equipo tiene posibilidades de ganar; o bien el equipo va a perder, probablemente.
Rutinas en los periodos de pausa (tiempo muerto y cambios)
Las intervenciones en periodos de participación activa de intensidad menor se debe destacar que es en estos momentos cuando los entrenadores debemos tomar decisiones de los posibles cambios de los jugadores. Esta intervención, generalmente táctica, debe ir acompañada de la correcta interpretación del periodo inmediatamente anterior de participación activa intensa y acompañada de la consiguiente información individual táctica.
Como norma habitual el entrenador se debe presentar ante sus jugadores durante losperiodos de pausa calmado pero involucrado en el juego. En todo momento deberá dominar y controlar la situación y procurará una comunicación directa y precisa. Los periodos de pausa ocurrirán o se solicitarán en momentos de un alto grado de activación e incluso de ansiedad competitiva. El entrenador deberá poseer un alto control emocional para poder controlar los estados de ansiedad de sus jugadores.
Con los tiempos muertos se pueden introducir las modificaciones tácticas que el entrenado estime oportunas. Puede haber diferencias de grados de activación cuando los tiempos muertos son solicitados por el entrenador rival y cuando son solicitados por el entrenador propio.
Como regla general podemos asegurar que no hay ningún periodo de pausa igual. Todos los tiempos de pausa tienen características distintas y requieren actuaciones distintas.
Los jugadores suelen llegar a los periodos de pausa con una activación excesiva. En este estado los jugadores no suelen poder atender adecuadamente a las informaciones e intervenciones del entrenador. Balaguer (1993) manifiesta que un estado de activación excesiva produce falta de concentración y conductas de precipitación en el momento de tener que tomar decisiones.
Por ello, es muy importante tener preparadas las rutinas de los tiempos de pausa y repetirlas invariablemente. Tener presente que hacer en función de que las cosas vayan bien y que alternativas tenemos cuando las cosas vayan mal.
Durante esos segundos que duran los tiempos de pausa, los jugadores deben aprovecharlos en mejorar su funcionamiento psicológico.
Por regla general se deberían instaurar las siguientes pautas de actuación. Los jugadores deberían acudir con presteza a la zona de banquillo y aprovechar todo el tiempo. En primer lugar tratar de hidratarse adecuadamente y acondicionar su vestuario. Una buena rutina es que se sienten y haya unos segundos de pausa y relajación. Que sea una sola persona la que hable y hacerlo sin precipitarse, con frases completas y claras. (Decir lo que se quiere decir). Apartar la atención de las últimas jugadas negativas. Reforzar las mejores jugadas, decisiones y actuaciones anteriores. Establecer las prioridades sobre las actuaciones inmediatas a la vuelta a la cancha. El entrenador debe centrarse en las acciones concretas que quiere que haga cada uno de los jugadores.
Lo aconsejable es que debemos tener previsto que el periodo de pausa puede ser distinto según lo pida un entrenador u otro o sea un tiempo técnico. Si durante el periodo de pausalas cosas están saliendo según lo previsto y van considerablemente bien, habrá que reafirmarse en seguir la estrategia de juego que se está llevando a cabo, al tiempo que se trasmiten ideas y sentimientos de autoafirmación y confianza. Por el contrario, si en el tiempo de pausa las cosas van mal habrá que decidir si es el momento deintroducir cambios o proponer alternativas personales y jugadas ensayadas.