Variabilidad en la concepción del juego defensivo.

Inicio/La Zona de Candelas/Artículos de opinión/Variabilidad en la concepción del juego defensivo.

Variabilidad en la concepción del juego defensivo.

A menudo, la primera expresión que se utiliza al hablar del comportamiento colectivo ofensivo, si se pretende que éste sea eficaz, es la de variedad. La alternancia de medios colectivos ofensivos garantiza que el equipo genere incertidumbre sobre los defensores y pueda consecuentemente conseguir el éxito. Desde el inicio, se considera que el ataque debe ser variado y que esa variedad posibilitará encontrar vías para la finalización. Esta concepción del juego ofensivo en el que la variabilidad en las acciones se antepone a cualquier otra consideración, parece que ha calado entre los técnicos preocupados de obtener el máximo rendimiento del grupo a su cargo. De esta forma, cada día son más los entrenadores que buscan proporcionar distintos argumentos dentro de un mismo patrón de juego. Esta particularidad está afectando a casi todos los ámbitos del entrenamiento (juego ofensivo individual y colectivo e individual defensivo básicamente), siendo en el juego colectivo defensivo en el que quizá no se haya avanzado tanto como en los otros enunciados anteriormente . Prácticamente, todas las parcelas del juego se están planificando en los entrenamientos para manejar distintas posibilidades y, sin duda, consideramos que el juego defensivo colectivo debe empezar poco a poco a sumarse a esa estructura de funcionamiento.

 

Como cita Xesco Espar en sus apuntes de Modelo de juego, uno de los grandes errores que todos los entrenadores cometemos al empezar a entrenar es que ni siquiera seleccionamos los contenidos. De hecho, pocas veces pensamos en contenidos. Normalmente sencillamente copiamos las tareas que recordamos o que nos han gustado cuando nosotros éramos jugadores. Con el paso del tiempo y a medida que accedemos a los cursos de formación y a la lectura de libros descubrimos los muchos contenidos de los que está formado nuestro deporte. En ese punto el principal error que todos cometemos es aceptar como contenidos de nuestra planificación todos los contenidos del último curso al que hemos asistido o del último libro que hemos leído.

Antes de seguir, dejadme que os explique una historia:

“Un grupo de leñadores se dirige a la casa del hombre más rico del pueblo porqué han sido llamados para talar uno de sus bosques. El capataz los recibe y les da las siguientes indicaciones: – El señor no está en casa, está de viaje. Pero me indicó que saliendo del pueblo talaseis el primer bosque que encontrareis a la derecha del camino. Los leñadores salen del pueblo y al encontrar el primer bosque se ponen a talarlo. A los dos días el señor regresa a casa y el capataz le explica lo que les ha dicho a los hombres. El señor sale corriendo y dirigiéndose a las afueras del pueblo grita a los leñadores: – ¡Deteneos! ¡Deteneos! ¡El capataz se equivocó! ¡El bosque que había que talar era el de la izquierda! Demasiado tarde. Los leñadores habían talado ya más de medio bosque.”

 

Este ejemplo sirve para ilustrar que equivocarse de bosque es un error fatal. Por muy buenos que sean los leñadores, por muy afiladas que estén sus hachas, por muy fuertes que sean, equivocarse en el bosque echa por tierra todo el trabajo. Sencillamente ese no era el bosque. Si nos equivocamos al seleccionar los contenidos de entrenamiento por muy bien que entrenemos incluso por muy buenos que sean los jugadores nos estaremos equivocando de raíz: Sencillamente no estaremos entrenando lo necesario.

Seleccionar los contenidos de entrenamiento es una de las partes más importantes de la planificación (tan importante como acertar el bosque).

La selección de los contenidos proviene del modelo de juego. Y el modelo de juego lo diseñamos de una manera u otra en función de si estamos en un equipo de formación o en un equipo de rendimiento. Justo después del primer step en los equipos de formación o del cuarto step en los equipos de rendimiento.

Lo que los jugadores deben aprender en formación vendrá dado por su edad y/o su nivel anterior de juego. La competición debería tener poco a ver en la selección de lo que tienen que aprender. En cambio, en los equipo de rendimiento, es necesario analizar primero cuales son los equipos a batir, para así después poder diseñar un sistema de juego para ganarles.

Alternativas tácticas colectivas dentro de un mismo sistema defensivo

Los sistemas defensivos son, por definición, estructuras de comportamiento colectivo enmarcadas en pautas de actuaciones estrictas y sistematizadas. Esta organización facilita enormemente la actuación de los jugadores que deben regirse respetando los principios de ese sistema defensivo (así como las modificaciones al mismo que haya podido introducir el entrenador).

Los fundamentos del sistema defensivo (junto con las mencionadas modificaciones), suelen comprender normas de funcionamiento en las que cada defensor en su puesto específico debe comportarse de una determinada manera, cuestión que condicionará a su vez el resto de acciones de los otros defensores. Esto es, si un equipo está empleando un sistema defensivo 1-2-1+P con presión sobre el jugador atacante que está en la banda, cuando el balón está en la zona contraria, supondrá que su nuevo posicionamiento será defender como ala contraria el eje de la cancha cada vez que llegue el balón a la línea lateral, mientras su compañero que ocupa el lado fuerte del balón presionará a su par y a su vez, el resto de sus compañeros conocerán y se comportarán intentando sacar el máximo partido de esa acción. Así, los equipos que realizan una presión sobre un jugador par cuando el balón se encuentra en la zona contraria, suelen mantener esta pauta de actuación invariablemente. Esta es la forma habitual de actuación en los sistemas defensivos: se define una estructura patrón sobre la que se realizan adaptaciones que el equipo automatiza y repite sistemáticamente intentando conseguir el éxito defensivo.

En los últimos años, algunos equipos de alto rendimiento han empezado a manifestar comportamientos defensivos colectivos en los que dentro del mismo sistema, varían las responsabilidades y exigencias en cada puesto específico. Por ejemplo, el avanzado de un sistema defensivo 1-2-1+P podría: liberar un espacio de juego, presionar a su par, presionar a un jugador impar o no presionar, y para cada una de estas opciones del avanzado el resto de los compañeros adoptarían una u otra forma de funcionamiento defensivo. De manera que existiría una alternancia colectiva en su comportamiento, lo que exigiría un funcionamiento colectivo alternativo no sólo por parte del avanzado sino del resto del equipo (en función de la acción del avanzado).

No nos gustaría que se confundiera esto con el cambio de sistema defensivo a lo largo del partido (empezar defendiendo 2-1-1+P, cambiar a 1-2-1+P, cambiar posteriormente a 2-2+P, etc.). Tampoco estamos hablando de una estructura defensiva en la que un jugador pueda tener varias iniciativas de forma esporádica, como por ejemplo el defensor avanzado que en un momento puntual varía su espacio de actuación o sus responsabilidades defensivas porque interpreta que puede obtener un beneficio con esa acción, ya que normalmente este comportamiento no cuenta con una colaboración defensiva diferente para cada acción del avanzado por parte de los otros defensores. Nos estaríamos refiriendo más exactamente a un plan de actuación en el que puede haber varias alternativas de comportamiento colectivo en determinados puestos específicos y a su vez, la adaptación previo entrenamiento, del equipo a esas diferentes posibilidades con distintas respuestas.

Generalmente, los sistemas defensivos se diseñan para sistematizar todas las posibilidades, entendiendo que esa sistematización debe comprender patrones de comportamiento colectivo que se repetirán a lo largo del partido. Ahora bien, creemos que los diseños de los sistemas defensivos están evolucionando hacia pautas de actuación variables donde la alternancia de acciones colectivas permite alcanzar un mayor rendimiento. Desde nuestro punto de vista, al igual que otras parcelas del juego en las que cada vez se están manifestando más alternativas de actuación, el juego colectivo defensivo evolucionará en los próximos años en esta dirección. Al realizar un diseño defensivo como el que aquí se expone, asumimos que partiendo de un sistema defensivo estándar (1-2-1+P, 2-2+P, 2-1-1+P, etc.) se realizan adaptaciones colectivas al funcionamiento del mismo para que el equipo pueda utilizar una alternativa u otra a lo largo del partido, cuestión que generará una mayor incertidumbre en el equipo atacante.

Hace unas décadas sería impensable plantearle a un defensor las posibilidades que algunos jugadores manifiestan hoy en día en el juego 1×1. Sin duda, actualmente se asume que el juego 1×1 visto desde la defensa no permite realizar siempre la misma acción en el mismo espacio, debido a que esa conducta remite al defensor a una situación muy previsible para el atacante, avocándole normalmente a no ser eficaz en las tareas defensivas individuales. De esta forma, parece que el juego 1×1 se encamina hacia situaciones en las que el defensor cambia constantemente su estrategia defensiva para generar incertidumbre en el atacante (presiona y libera, acosa, acosa y marca, disuade, disuade e intercepta, libera y ocupa, etc.) Como se aprecia, la alternancia en el comportamiento individual y la flexibilidad en las acciones permiten al defensor obtener un mayor grado de eficacia.

Atendiendo a esto, el interrogante que surge es si la formación individual y colectiva que los jugadores de alto nivel manifiestan permite actualmente diseñar sistemas defensivos en los que mediante las alternativas de funcionamiento colectivo, se alcance mayor eficacia defensiva que manteniendo un esquema rígido de juego.

Desde nuestra perspectiva, es incuestionable que el perfil individual defensivo ha evolucionado enormemente en los últimos 20 años y, sin duda, es esta parcela del juego una de las que más ha progresado en nuestro deporte. Si los jugadores cada día son mejores individualmente, es preciso avanzar en la construcción de sistemas defensivos donde las exigencias en el funcionamiento colectivo aumenten para alcanzar un mayor grado de eficacia.

La tendencia existente en nuestro deporte a asumir que los atacantes son los que generan incertidumbre y los defensores tienen que responsabilizarse de mitigar esa incertidumbre atacante, ahora bien, ¿por qué no asumir igualmente un modelo defensivo generador de incertidumbre para los atacantes? Los recursos individuales para desarrollar esta propuesta ya los están manifestando numerosos jugadores (gracias al trabajo de los entrenadores en los últimos años), por lo que quizá falte aprovechar en el ámbito colectivo esas prestaciones que los defensores pueden alcanzar. En definitiva, el juego colectivo defensivo debe ir avanzando hacia esquemas de actuación cada vez más variables semejantes a los que aparecen en el juego individual defensivo, ya que los jugadores van mostrando progresivamente mejores perfiles defensivos.

Ventajas e inconvenientes en la alternancia del comportamiento colectivo dentro del mismo sistema defensivo

Realizar este planteamiento y no reconocer las dificultades que el mismo implica sería caer en un ejercicio de inconsciencia, como es obvio, el entrenamiento de varias posibilidades requiere de más tiempo y mejores jugadores que el entrenamiento de una forma de juego invariable.

El mayor inconveniente que aparece en el diseño de este tipo de situaciones es la coordinación en el juego entre los defensores, ya que al poder desarrollarse varias posibilidades la adaptación y la automatización de las mismas exige un nivel alto de coordinación entre los jugadores implicados.

Pensemos en una defensa 1-2-1+P en la que el avanzado puede: presionar al cierre, disuadir el pase ala – ala, ofertar un espacio de juego a uno de los alas o perder profundidad para, aparentemente, facilitar la creación de juego en primera línea. Hasta hace unos años el argumento para no desarrollar defensas de este tipo (con alternancia de responsabilidades en uno o varios puestos específicos) era que el perfil individual de los jugadores no permitía encontrar a uno o dos avanzados por equipo que fueran capaces de realizar estas tareas. Actualmente, consideramos que en el alto nivel existen varios jugadores por equipo capaces de realizar tareas defensivas semejantes a las expuestas (bien en el pívot, en los alas o en el cierre), y entonces, si existen los jugadores que permiten estas posibilidades ¿Dónde aparece la dificultad actualmente? Posiblemente, la dificultad en este momento se encuentre en ajustar colectivamente las intervenciones que ese defensor realiza. De este modo, el problema defensivo en el ejemplo anterior no será que el avanzado pueda o no realizar estas u otras misiones, sino que la dificultad estará en la coordinación colectiva que el equipo debe realizar ante cada intervención del avanzado. Así, una alternancia de tareas por parte del avanzado sin la coordinación colectiva con el resto de defensores generará inmediatos problemas a ese sistema defensivo. Este será el reto para el entrenador que opte por diseñar una estructura defensiva como la que aquí se defiende: sistematizar el nivel de coordinación de sus defensores ante las distintas posibilidades de determinados defensores, sabiendo que una mayor alternancia de opciones conduce inexorablemente a un aumento proporcional en el ajuste del juego colectivo.

Como se aprecia, un comportamiento de este tipo no va a estar al alcance de equipos carentes de esa formación defensiva básica a la que antes se aludía. Si por el contrario se dispone de este tipo de jugadores, las ventajas de esta forma de funcionamiento colectivo son notables:

§  generar una mayor incertidumbre sobre los atacantes al variar la forma de funcionamiento colectivo,

§  dificultar la anticipación de los atacantes en la toma de decisión al enfrentarse a diferentes situaciones,

§  disponer de un grupo con diferentes opciones a la hora de adaptarse a la forma de juego del equipo contrario.

 

El encadenamiento de intenciones tácticas defensivas entre varios jugadores como base del funcionamiento colectivo variado

El papel que el jugador debe adquirir en sus tareas defensivas individuales, se sustenta en la manifestación de intenciones tácticas como una cuestión esencial si se pretende alcanzar un cierto nivel de eficacia. Cada vez con más frecuencia las intenciones tácticas defensivas aparecen como un contenido habitual en las programaciones y planificaciones de los entrenadores, considerándose como un aspecto fundamental en la formación de los jugadores.

Se asume que el defensor deberá ir entrenando las diferentes intenciones tácticas hasta llegar a entender cuándo y cómo es el mejor momento para emplear una u otra. De la misma forma, es habitual en el entrenamiento defensivo plantear el encadenamiento de intenciones tácticas, lo que por ejemplo supondría: acosar y liberar, disuadir e interceptar, liberar y cerrar, etc. El criterio sería el mismo que el empleado en el encadenamiento de contenidos técnicos individuales, donde se intenta agrupar acciones que en el transcurso del juego van a aparecer unidas.

Sin duda, estas actividades enriquecerán la formación defensiva por la que atraviesan los jugadores, ya que les permitirá manifestar un criterio defensivo que se aleje de una actitud sin intencionalidad alguna.

Si bien este encadenamiento de intenciones tácticas individualmente es imprescindible para el dominio del 1×1, el funcionamiento defensivo colectivo variado exige un encadenamiento de intenciones tácticas entre dos o más jugadores. Anteriormente (en el juego 1×1) un jugador encadenaba en su acción individual varias intenciones tácticas, y ahora ese defensor manifestará una o varias intenciones tácticas que deberán encadenarse con otra u otras desarrolladas por otros compañeros. De esta forma, como resulta evidente, el funcionamiento defensivo que implique un encadenamiento de intenciones tácticas entre varios jugadores representará una mayor dificultad que si ese encadenamiento lo realizara un sólo jugador en su acción de 1×1.

En las etapas de iniciación el buen defensor que disuade el pase correctamente es capaz de conseguir interceptar ese pase con cierta frecuencia, ya que los pasadores no tienen una gran eficacia en el pase. En alto rendimiento, donde el dominio técnico es mucho mayor, esta circunstancia no se presenta así con tanta frecuencia, es decir, muchas veces el jugador que disuade no es capaz de interceptar él mismo el balón, ya que el portador del balón decide no arriesgar a pasar en la línea de pase que disuade el defensor optando por seleccionar otra línea de pase y en consecuencia, permitiendo que otro defensor diferente al que realiza la disuasión pueda interceptar el balón. Esta colaboración entre dos defensores en la que uno disuade y otro intercepta podría servirnos de ejemplo para ilustrar el tipo de comportamiento colectivo buscado.

Lógicamente, las asociaciones entre dos, tres o cuatro defensores podrán ser tan ambiciosas como permita el perfil individual defensivo de los jugadores implicados.

Como es lógico, los requisitos previos indispensables para abordar un planteamiento de este estilo son:

§  un correcto nivel individual defensivo de los jugadores,

§  un hábito en tareas de colaboración defensiva en distintos puestos específicos y con distintos criterios,

§  capacidad para interpretar el tipo de intención táctica que el compañero manifiesta,

§  capacidad para ajustar la actuación defensiva ante la intervención de un compañero,

§  rechazar la idea de defensores especialistas, ya que tan especialista es el jugador que disuade una línea de pase o la ocupación de un espacio como el que debe responsabilizarse de cerrar con contundencia el espacio que ha generado su compañero con la disuasión.

 

Este grado de colaboración entre varios defensores debe sistematizarse en el entrenamiento, siendo necesario que los defensores conozcan las alternativas así como la adaptación de cada jugador en su puesto a las mismas. Cuando se inicia el entrenamiento mediante estas estructuras defensivas, la tendencia del jugador es a comportarse de forma estándar (repitiendo siempre la misma acción). Del mismo modo, algunos jugadores manifiestan problemas en la comprensión de la colaboración defensiva ante intenciones tácticas. Así, es frecuente encontrar que cuando se responsabiliza a uno o dos jugadores de determinadas tareas (ofrecer un espacio, falsear una acción, presionar al par o al impar, etc.), otros defensores tienden por imitación, a jugar de forma semejante a sus compañeros. En este sentido es preciso aclarar las responsabilidades a los jugadores para que entiendan que si uno oferta un espacio otro debe conocer esto y adaptarse para cerrar ese espacio o explotar la acción de su compañero. Así, quizá sería conveniente hablar de responsabilidades colectivas complementarias, para que se entienda que la acción de un compañero condiciona el comportamiento de los otros defensores y que éstos, lejos de comportarse del mismo modo ante la intervención del compañero, deben necesariamente ajustar su actuación.

Todos estos problemas son los que mediante el entrenamiento deben pulirse, de forma que si uno o dos jugadores disuaden, los otros deben coordinar su intervención en función de las consecuencias que para la estructura defensiva genera esa disuasión.

Como ya se ha expuesto, antes de llegar al entrenamiento colectivo el jugador ha debido pasar por una formación individual defensiva que le permita acceder a las exigencias que estas estructuras defensivas pueden solicitarle. El colectivo de jugadores que no haya tenido la formación previa necesaria, no podrá enfrentarse eficazmente a las situaciones de juego con que se va a encontrar.

Por último, a lo largo del texto no nos hemos centrado en el desarrollo de un sistema defensivo concreto con el que trabajar los distintos aspectos comentados. Esta posición se ha adoptado de forma consciente, considerando que el sistema defensivo con el que se realicen las cuestiones aquí tratadas es secundario. Como sucede siempre, las características de los jugadores de cada equipo aconsejarán emplear un sistema defensivo u otro, e igualmente, orientarán sobre las adaptaciones que el entrenador podrá hacer en ese sistema defensivo.

 

En fútbol sala, habitualmente este tipo de exigencias defensivas se relacionan con sistemas defensivos abiertos, idea con la que no estamos de acuerdo y de la que queremos alejarnos desde el inicio, ya que pensamos que los planteamientos expuestos son totalmente independientes del sistema defensivo empleado.

Apúntate a nuestro Boletín

Estarás informado al momento de las noticas más interesantes del Futsal por los mejores profesionales de FutsalCoach.

¡Apuntado! Ahora ves a tu correo y confirma la solicitud, no olvides mirar también tu carpeta de spam.

Este sitio web utiliza cookies de Analytics, si continúa navegando acepta su uso. Acepto